Algo así como un pelícano sin nombre o una puerta sin madera.
Un soplido se lleva el poco aliento que quedaba tras la puerta y aun así aprendió a vivir sin O2 , solo rogaba que no fuera un 3.
Estaba y seguía dentro de esa habitación que mas tarde llamaría hogar, ahogaba sus recuerdos dentro de hojas en blanco y refrescaba la memoria con libros del 1800. La sonata que se repetía había sido creada para su nacimiento y prometía vida llena de gozo y abundancia... o no?
Se había criado entre juegos y risas pero, ¿quién aseguraba que el era feliz?¿Quién podría asegurar incluso de que era el quien reía y no no mas de sus muchos personajes? Los que por cierto interpretaba a la perfección.
Al menos para los demás el era feliz u si eso no cambiaba pues todos felices.
Y como era de esperarse llegó a mayor solo y amargado, alejado de todo, viviendo con un gato al que no alimentaba.
Aquel hombre sin rostro había adquirido la capacidad de sonreír hace mucho tiempo, pero su rostro no lo dejaba mover ningún músculo.
Creo que es todo lo que sé de el, si en un futuro próximo será feliz no lo sé, solo el tiene las llaves de su destino.
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