martes, 25 de mayo de 2010

(...) No Title



Era tarde y estaba helado, pero no podía regresar, su orgullo no se lo permitía. Había golpeado muy fuerte la puerta cuando salió y no pensaba en volver a pedir disculpa…menos a ella. Ella, quien le criticaba constantemente, quien no lo dejaba ser. Ella quien en las mañanas parecía un zombie y que, aun así no podía dejar de apreciarla...despreciarla. Seguía caminando, y ante la idea de regresar apresuraba el paso y simplemente no podía pensar en regresar. Caminaba mirando el piso, no podía levantar la mirada. ¿Y para qué? No quería que los desconocidos siquiera supieran que derramaba lágrimas.

Con la mirada perdida, ella solo esperaba. Tantas veces esa historia se había repetido, que pareciera que fueran actores, repitiendo una y otra vez la misma escena. Triste ya no estaba, la costumbre quizás, pero triste había estado al principio los primeros minutos de la discusión… Las palabras que salían de la boca de el, la desgarraban por dentro. Ahora ella podría esperarse cualquier cosa de el, bipolar e impulsivo, capaz de cualquier cosa para no romper su orgullo. Ella sabía bien, ya que al fin de cuentas era su madre.

Llegó al paradero donde siempre se sentaba a pensar. Donde pasaba las horas pensando en ella, llorando por ella en la soledad de la noche. A veces se preguntaba si su estupido orgullo era mas grande que el amor que sentia por ella, o era el mismisimo amor que le tenia que le hacia odiarla tanto. El sabia que se moría de ganas por volver a su hogar, por reconciliarce con su madre, por decirle que la queria, mas no podia, sus pies nunca reaccionaban cuando queria volver y seria otro amanecer en el paradero. El sabia que tenia que cambiar, sabia que estaba mal y haria algo para remediarlo.

Como siempre, como de costumbre se puso a ordenar las sillas que estaban repartidas en el suelo, junto con algunas tazas quebradas y pan sucio. Al tener todo ordenado y limpio decidió ir a dormir. Las peleas la agotaban y en el ultimo tiempo mas que antes. Se preguntaba si sería por esa maldita enfermedad o solo el cansancio acumulado en ella a través de los años. Debía ser fuerte por ella y por el, no se perdonaría dejarlo solo, alejó esos pensamiento de su mente y se fue a dormir, para que la espera fuera menos dolorosa.

Faltaban pocas horas para el amanecer, y al percatarse de esto apuro el paso lo mas que pudo. El cargo de conciencia lo estaba matando, no se podía imaginar a su hermosa madre sola en esa enorme casa. Mas aun llorando por el, esperando por el. Hace algunos meses el sospechaba, pero los últimos días le habían dado las razones para creerlo, su madre estaba muriendo. Y no había sido algo reciente, ella cargaba con el dolor desde hace muchos años y el se odiaba por no haberse dado cuenta antes de ello y las peleas que se habían vuelto constantes las ultimas semanas eran por esa razón, a el no le entraba en la cabeza que ella le ocultara algo así. No a el, entre ellos no habían secretos. Se dio cuenta que en donde estaba le faltaba mucho tramo hasta su casa y eran casi las 7 a.m. Corrió.

Ella se había despertado unos minutos antes de las 7. Para dejar todo en orden… Presentía que su hora había llegado. Lloraba. Sabia que su hijo tenia razón en estar enfadado, esas cosas no se ocultan, esas cosas simplemente no se ocultan. Y lloraba. Si tan solo le hubiera dicho la verdad estaría con ella en sus últimos suspiros. Escribir era lo único que le quedaba así que agarro un cuaderno viejo, una pluma y comienzo a escribir. Al terminarla sintió que el cansancio la vencía y subió a su habitación. Solo se sentó en la cama.

El corazón casi se le salia y respiraba mas de lo que sus pulmones podían soportar. El subió con algo de dificultad las largas escaleras, en dirección al cuarto de su madre. Al aproximarse a la puerta golpeo, solo de costumbre, pensaba que su madre estaría dormida. Antes de abrir la puerta escucho un extraño ruido, pero solo quería ver si ella estaba bien, si dormía como siempre, así que no le importo. Giro la manilla y contuvo el aliento, al abrirla un centenar de mariposas de diversos colores salio y lo rodeó. El intento cubrirse pero se dio cuenta de que las mariposas le abrían camino a la cama de su madre. Al aproximarse solo pudo ver una carta y una flor encima, un lirio, el mas hermoso que pudo ver jamas.

Abrió la carta y leyó:

"Mi amado hijo:

La verdad es que se me hace muy difícil dirigirme a ti, por medio de algo tan frió como una carta, como algo que puedes encontrar en cualquier parte. Pero la verdad es que necesitaba decirte algunas cosas, que me arrepiento de no haberte dicho antes.

Primero, eres y seras siempre mi orgullo. No creo que yo pueda haber deseado algo mejor y la verdad es que no creo que en este mundo exista algo mejor. Se que nunca lo dije y me pesa no haberlo hecho, lo siento mi vida.

Siento también y espero que algún día me perdones, no haberte dicho lo de mi enfermedad, tenia tan presente y me repetía tantas veces que eras un joven muy maduro y que siempre lo sabias todo que asumí simplemente que ya no era secreto para ti… Error…

Hijo lo único que me falta antes de despedirme es decirte que tienes que seguir adelante en tu vida, tienes que lograr tus metas, hacer todo lo que quieras y por nada del mundo dejes cosas que te gustan de lado por estupideces como lo hice yo…

En fin mi amor, Te amo sabes? Te amo enormemente. Te amo.

Tu eres mi gran tesoro. Gracias por darme la aventura de mi vida.

Con amor…Mamá."

Lloro… y solo eso, como si solo supiera hacer eso, como si su misión en este mundo fuese derramar lágrimas. Un llanto indescriptible. Un llanto…solo eso.

Se desplomo al instante y miles de imágenes pasaron por su mente.

Solo recordaba a su madre…

Solo podía hacer eso…

Las mariposas ahora pareciera que flotaran, se movían, tratando de adoptar un forma que se acercaba lentamente a el.

No pudo ver, ya que sus ojos estaban cegados por las lágrimas pero sintió que una voz le susurraba al oído: " Eres fuerte, Te amo."