domingo, 6 de enero de 2013

Décadas.-

La vida suele sorprendernos de maneras muy extrañas muchas veces.

Son formas que tiene de recordarnos que ella misma no es lineal, que no obedece a limites ni parámetros establecidos por alguien, la vida solo es y sigue siendo ella misma en todo su esplendor.

"Lo predecible de la vida es que es impredecible..."

Al lado de mi aislado hay un caballero. Como todos los que estamos en esta planta, tiene alguna dolencia al corazón, lo que lo obliga a estar en cama. a parte de las heridas visibles cubiertas con parches tiene otras que a simple vista no se ven, pero que lo afligen de igual forma.

Me llama mucho la atención, llama mucho mi melancolía, mi nostalgia, mis ganas de hacer algo por el. Solo está ahí. Solo. Igual que yo, pero no.

A veces la gente tiene formas bastante extrañas de agradecer el esfuerzo o la preocupación brindadas, pero supongo que no soy quien para juzgar el modo de actuar de nadie, mas que el  mio propio.

Desde que llegue aquí ( hace solo tres días) solo un pariente ha venido a visitarlo, y solo fue una vez, un momento fugaz en los que compartieron un par de palabras, unas cuantas miradas, pero que a fin de cuentas no decían nada y solo ocupaban el silencio que persistía en aquella habitación.
Sus días consisten en mirar a su al rededor con la mirada ausente. Su mirada...

Los jóvenes solemos mirar a los viejos con nostalgia, por que están viejos, por que están cansados, por que están mal heridos, por que su pasado se refleja tan bien en sus caras curtidas, por que de sus ojos emana la nostalgia casi en forma liquida algunas veces.

Siento que los viejos miran a los jóvenes con nostalgia, por que están aprendiendo, por que tienen tanto de donde caer, por que no saben nada de la vida.
Tan vez la nostalgia que ven los jóvenes en los viejos es la que sienten los viejos cuando nos miran a nosotros, cuando se nos llenan los ojos de nostalgia al verlos. 

Algo muto que se produce en el mas puro de los silencios.