Las estrellas parecías decir algo. Parecían querer decirme algo y sin embargo, brillaban silenciosas en aquel oscuro manto que se quemaba sobre mi cabeza. Sentí la necesidad de despojarme de cuanta emoción yo poseía pero no podía vivir sin todo eso. Al salir de un pequeño trance, mis ojos se posaron en el cielo, se posaron en mi estrella... comencé a caminar, era una fría noche, mas yo no sentía nada, solo una agradable brisa, que acariciaba juguetona mi rostro y tocaba mi alma. A mi alrededor nada se movía, parecían estar en un profundo sueño, pero sentía los autos en la carretera, que le daban a esa noche un toque no único, sino especial. Miraba al cielo, fijaba mi vista e el infinito y las estrellas parecían danzar tan alegremente que mi melancolía quedaba reducida a nada, pues era un baile que llamaba a llorar, creo que danzaban hacia un funeral. Me sentía vacía, en el fondo quería ser una estrella, quizás solo ser el espectador de la vida y no relacionarme con ella, no quería la muerte, solo una segunda oportunidad de vivir. Pero para eso debía terminar con la vida misma.
El frío aun me invadía pero yo seguía sintiendo nada. Las estrellas me dicen que han pasado tres horas y en cierto punto debo admitir que se me hizo eterno pero sentía la necesidad de permanecer ahí, iba en busca de mis destino sin saber que el mismo destino golpearía mi puerta segundos mas tarde... Seguí caminando, siempre con el aire jugueteando con mi cabello, solo deseaba que me elevara y me llevara junto a las estrellas en el cielo.
Hasta que de pronto el mismo cielo comenzó a enviarme la respuesta. Empezó a caer un manto blanco que poco a poco cubrió las calles y las casas, yo solo sentí la necesidad de detenerme y sentarme.
Las estrellas me gritaban que habían pasado 2 horas y que me preparara.
Comencé a pensar, solo pensar. Mi camino, mi vida había transcurrido en apenas 5 horas y la mayor parte de ese tiempo la pase triste y preguntándome el por qué me mi existencia, dejando que los problemas me afectaran mas de la cuenta. Mi vida había pasado muy rápido desde que salí y no viví. Ahora solo me queda esperar.
Las estrellas me susurraban y me decían que ya era mi hora.
Debía partir junto a ellas.